domingo, 13 de julio de 2014

Iglesia de San Juan y San Nicolás de Portomarín (Lugo).


































La localidad de Portomarín se sitúa en pleno Camino de Santiago sobre la orilla derecha del río Miño y a unos 23 kilómetros al sur de Lugo. A mediados del siglo XX (1963) se represó el río creando el embalse de Belesar,  cuya presa situada en las proximidades de Chantada y se halla a unos treinta kilómetros río abajo de esta localidad. La iglesia de San Juan, también llamada de San Nicolás, es un magnífico edificio con claro aspecto de fortaleza militar, resaltada todavía más desde la lejanía con el templo en el punto más alto del trasladado pueblo. Nave de gran altura que señala por medio de grandes arcos ciegos rehundidos los cinco tramos existentes al interior. Los sillares son de muy buena labra y muchos de ellos lucen marcas de cantería.
En lo alto de la nave, un paso de ronda con castilletes añadidos en su traslado reafirman la vocación militar de sus constructores. La cabecera al este señala un profundo presbiterio. Dividida en lienzos por semicolumnas adosadas y con vanos centrándolos adornados por medio de arquivolta, capiteles y guardapolvo de ajedrezado jaqués.
Los rosetones situados en ambos hastiales además de proveer luminosidad al interior están ya señalando el inminente gótico que llega. La edificación se sitúa entre el momento final del siglo XII y el primer tercio del XIII.
Dispone el templo de tres portadas con rica decoración escultórica. Su tímpano muestra tres figuras acerca de las que no hay unanimidad. La central es un obispo tocado con su mitra (¿Quizá San Nicolás?) y las laterales, acólitos, portan respectivamente un bastón quebrado y el báculo del obispo y al otro lado, un libro abierto.
La escultura de los capiteles es deudora, como toda la del templo, del estilo de Mateo, con el toque silense de arpías, y seres monstruosos que nos muestran un lenguaje extendido por muchos otros lugares en este momento final del románico. Las ménsulas repiten el ciclo muerte-resurrección tan repetido, por ejemplo, por el Maestro de Agüero en Aragón. León andrófago a nuestra izquierda, devorando un personaje del que no asoma sino la pierna de sus fauces; y al otro lado una figura masculina desnuda que "renace" a través de las fauces de otro león.
La portada oeste es la de mayor envergadura. Situada en lo alto de una escalinata que realza su porte. Cristo en majestad sobre mandorla mística, centra el tímpano y desde la arquivolta interior los ancianos músicos con sus instrumentos certifican sin duda el modelo mateano de esta creación. Capiteles vegetales, decoración con florones y arquillos ciegos sobre baquetón, completan su aspecto general.  Entre ambos, un pequeño arbolito de tres hojas y dos frutos que a decir de J. Cobreros evoca al tiempo la Trinidad y la doble naturaleza del Cristo que se encarnará a raíz de este encuentro. Los capiteles muestran en clave mateana escenas de seres teriomorfos, de raíces tan silenses como de proyección casi universal por el Camino Jacobeo. Arpías, seres monstruosos con apariencia de aves que se muerden las patas..


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